viernes, 19 de febrero de 2016

Algunos libros de 2016: La piedra lunar

La piedra lunar
Wilkie Collins, 1868
Bibliotheca Homolegens.
718 páginas

El verano pasado habíamos leído en el grupo de FB “La mujer de blanco”, otra de las novelas de Wilkie Collins. Conocía este autor, pero no había leído nada de él. Aquella lectura dio mucho juego y, yo al menos, lo pasé muy bien con los comentarios que hicimos del libro.

Teníamos pendiente esta otra, “La piedra lunar”, y ha sido nuestro Collins de invierno. Tengo que reconocer que en algunos momentos se me ha hecho un poco pesada, demasiadas vueltas a las cosas para un público del siglo XXI acostumbrado a la rapidez en la información y a otro tipo de lenguaje. Pero cuando me puse en la piel del lector de 1868 y en la lectura pausada de las narraciones por entregas me fui relajando. Eran bocados de historia, como nuestras series de TV actuales. Y me ha gustado.

La piedra lunar tiene muchos elementos interesantes. A mi me apasiona el “género negro” y me gusta leer sobre su historia. Siempre había leído que Collins fue un pionero y efectivamente se puede comprobar en esta lectura. Hay un delito, o puede que más bien un misterio que resolver y varios sospechosos; así que tenemos el escenario de una novela de detectives. 

Uno de los aspectos atractivos es su estructura. La historia gira en torno a la desaparición de un valioso diamante y se nos invita a recorrer el camino de su recuperación a través de la narración de lo sucedido por parte de varios de los testigos. Y ello da pie a que el autor se luzca siendo capaz de ponerse en la piel de cada uno de ellos, usando su lenguaje, exponiendo sus ideas, pero sin darnos demasiadas pistas (o muy pocas) para esclarecer el misterio. Creo que esto pone un poco nervioso al lector de narrativa de misterio actual, acostumbrado a que se le ofrezcan claves desde el principio. 

Betteredge, una especie de hombre para todo en la casa, es quien abre la narración y a quien se da más protagonismo. Es un personaje cómico con opiniones un poco peculiares sobre casi todo, y despectivas acerca de las mujeres. 
El siguiente relato, el de la señorita Clack, es igualmente divertido. Miembro de varias asociaciones con nombres a cual mas chistoso, es una beatona que consigue poner de los nervios con sus consejitos religiosos a todo el que se pone a tiro. Los siguientes relatos, hasta un número de ocho, son más serios, más objetivos, como nos lo hubiera contado un periódico. Podemos ver en ellos como la piedra va transformando la vida de todos los personajes.

Sobrevolando todo, está el engaño soberano. Nos hacen dudar todo el tiempo del principal sospechoso. Un sospechoso que es todo un dechado de virtudes no puede ser culpable. ¿O si? Y entonces, ¿por qué es él quien encarga que los testigos nos cuenten su versión de los hechos?  Es realmente detectivesco, como la fiebre  del sargento: un inocente, una conspiración, suspense…. La historia está servida. 

Y es que en realidad es una novela de secretos. Hay varios narradores, pero ninguno nos cuenta la verdad al completo. Son secretos de familia, todos son cómplices de encubrimiento, todo muy victoriano…, la privacidad de la familia. Hay muchos silencios, voluntarios como el de Penélope, Raquel o Rosanna; otros son silenciados por el autor, como los del doctor Candy y  lady Verinder. Y ante tanto secreto, la policía puede hacer poca cosa.

Y, por fin, los grandes temas de la novela: el anticolonialismo, la religión y las adiciones relacionadas con Oriente. Aquí a Collins se le ve el plumero, yo aprecio en él una actitud positiva hacia Oriente. El prólogo y el epílogo suceden en la India y crean el marco de la novela. Creo que Collins no ve con buenos ojos el saqueo de los británicos en las colonias y el robo del la piedra lunar, que formaba parte de un ritual religioso y que se nos ofrece en el prólogo. Y el cierre del círculo al final, en el epílogo, lo corrobora: justicia poética. Las actitudes racistas que apreciamos contra los hindúes  están puestas en boca de los dos personajes con ideas más intransigentes: Betteredge y la señorita Clack. 

Las adiciones también tienen un papel importante: la adición al tabaco que juega alguna mala pasada a nuestro sospechoso; la adición a la religión en la señorita Clack, que la lleva a hacerse insoportable; la adición al Robinson Crusoe de Defoe (otro símbolo del anticolonialismo), que nuestro Betteredge toma como su Biblia particular; al opio, al alcohol… 

Me siguen viniendo a la cabeza más cosas, pero espero que esto  sea suficiente para animar a alguien más a que lea La piedra lunar.  Poniendo todo esto en la balanza, puedo decir que si, que me ha gustado. He disfrutado con las 718 páginas que tiene esta edición de Bibliotheca Homolegens.

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