Mas ovejas que habitantes en Islandia
En nuestro viaje a Islandia hemos dado la vuelta a la isla, incluso hemos hecho algún requiebro para llegar a unos pocos fiordos en busca de frailecillos, ballenas, focas o arenques. A todos ellos los hemos encontrado, salvo los arenques, que ya lo contaré otro día. Sin embargo, el avistamiento de humanos ha sido más bien escaso. Saliendo de Reykjavik, donde vive el 65% de la población y de un par de ciudades mas, no se veía un alma por esas carreteras. Podían pasar muchos kilómetros hasta encontrar un vehículo.
Pero ovejas… vaya que si había ovejas; ¡hay más ovejas que habitantes! Eran, junto con los caballos, el signo de que estábamos en un lugar habitado por humanos. Por allí andaban, a su aire, come que come. Las ovejas son algo esencial en Islandia porque, además de formar parte del paisaje cuando hace buen tiempo, son una de las bases de su alimentación -por ejemplo, la sopa de cordero no falta en ningún restaurante. Ahora tienen el turismo, aterrizamos en la isla multiplicando por varias cifras su población, pero en otras épocas esta ganadería debió ser importante para la economía del país.
Sopa de cordero en el Café Haïti de Reykjavik |
Pienso en la Islandia de hace mucho tiempo, la que nos describen sus escritores y que te hace encoger el alma. En la Islandia en la que no había turistas y la vida en las granjas giraba en torno a las ovejas. Todo este rollo viene a cuento de algo que vimos en nuestro viaje y que fotografié para preguntar e investigar un poco acerca de ello. La foto está tomada en la Península de Vatnsnes, al norte, excelente lugar para ver las focas. Hay que dejar a un lado la carretera principal, la número 1, la Ring Road y tomar una carretera de tres cifras, la 711. Eso quiere decir que es una camino de grava. A pesar de una camiseta que vimos que decía "Yo sobreviví a la 711", no es para tanto -las hay peores, las F-roads!! En fin, que se hace bien, sobre todo porque no te cruzas con ningún coche.
Volviendo a la foto. Es un artilugio de madera, una especie de corral, con forma de plaza de toros portátil, pero con divisiones en el interior como una caja de quesitos o como una de esas gráficas de sectores que se usan en estadística, pero a lo grande. Imaginé que tendría que ver con el ganado, pero cuando he trasteado por ahí, he sabido de qué va la historia, me ha parecido muy curiosa y por eso la cuento:
Réttir, en la Península de Vatnsnes |
Como en aquellas tierras nórdicas tienen esos inviernos tan terroríficos, las pobres ovejas han de estar encerradas durante muchos meses. Así que cuando llega el buen tiempo, les dan carta blanca para que andariqueen por donde les parezca en busca de buen pasto y de aire puro, que bien limpio que es. La cuestión está en recogerlas al llegar septiembre. Lo hacen en plan rodeo; a caballo y con perros recorren los lugares por donde pastan las ovejas para llevarlas a ese corral distribuidor. Allí, cada dueño va organizando las suyas. Esta recogida del ganado parece que es toda una fiesta, a la que se invita a familia y amigos. Y como los turistas no nos perdemos una, también hay excursiones para conocer este evento, que se llama Réttir. Creo que el artilugio circular también se llama así, pero de eso no estoy segura.
Como nosotros hemos estado en mayo, nos hemos perdido el Réttir, solo hemos visto las ovejas de excursión. Una pena, porque debe ser muy curioso.
Me ha impresionado este vídeo de la Icelandic Lamb:
Una tradición curiosa.
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