viernes, 21 de noviembre de 2025

El chiste cruza la calle

Quienes tengan mi edad y hayan transitado por la calle San Juan de Badajoz durante los años 60 recordarán el chiste que había en la esquina con la calle Virgen de la Soledad. Eran los Almacenes La Paloma, un punto de modernidad en la ciudad y un referente en el comercio pacense.


El chiste llamó la atención de los transeúntes a diario durante años. Era la época de la publicidad tipo Mad Men -salvando las distancias-; “algo artesanal, realizada y coloreada  a mano… sobre una cartulina de 70x50”. El chiste siempre trataba “temas de actualidad, sociales, costumbristas, locales o comerciales”.


Pues bien, “El chiste del día” desapareció hace años, y ahora ha cruzado la calle y tenemos otro chiste a tan solo unos metros de lo que fue La Paloma y que ahora es El Corte de Espin. El responsable del chiste hoy no es el Don Draper de Mad Men, sino Lorenzo Blanco y lo podemos ver en un panel digital informativo que la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País (RSEEAP) tiene en la Calle San Juan.



Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País (RSEEAP)
Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País

Lorenzo Blanco es, entre otras muchas cosas, un entusiasta divulgador de la ciencia y de las matemáticas y su enseñanza/aprendizaje. Ha puesto a disposición de los paseantes su enorme colección de chistes matemáticos, en los que aflora su sensibilidad ante los problemas cotidianos que nos rodean. Nos hace ver cómo el humor puede ayudar a comprender las matemáticas y a comprender también un poco mejor el mundo. Sabe que el humor también enseña. Entre sus chistes se cuelan ecuaciones, paradojas, reflexiones y un punto de ternura. Porque al final, entender una broma o una fórmula no es tan distinto: en ambos casos se trata de ver lo invisible.






Así que la próxima vez que pases por la calle San Juan, detente un momento y no te pierdas ese “humor matemático”que varía periódicamente en la cristalera de la RSEEAP. 



Pilar Otano Cabo

Badajoz (España) 

Noviembre de 2025

La Gran Plaza de Bruselas

...y Victor Hugo


Entrar en una plaza emblemática, como la Gran Plaza de Bruselas, siempre impresiona. Tenía un vago recuerdo de nuestra visita anterior, hace por lo menos treinta años. Una imagen algo desdibujada, pero aclarada por las imágenes coloridas de esa alfombra de flores que la cubre cada dos años en el mes de agosto y que hemos visto decenas de veces en la tele. Un espectáculo artístico tan bello como efímero.




Pues bien, esta vez al acceder a la Gran Plaza no había begonias, sólo decenas de turistas como nosotros con sus cámaras. Siempre me gusta colocarme en el centro de las plazas y girarme para abarcarlo todo de una sola mirada, como la función panorámica de mi iPhone; la plaza entera en un solo gesto. Y allí, en esa tarde inusualmente soleada de noviembre, las fachadas barrocas y góticas me miraban y parecían querer contarme todos los secretos de los antiguos gremios y mercaderes que la habitaron, ajenos al bullicio de los visitantes. Por fin, me detengo bajo la altísima torre del Ayuntamiento, que parece desafiar al cielo. Y quiero imaginar a una feliz pareja de recién casados, que acaban de dar el “sí, quiero” en este bello lugar. 


Ayuntamiento de Bruselas en la Gran Plaza


No he podido evitar recordar la Plaza Roja de Moscú. Allí todo era más solemne; sus edificios, que habían sido testigos de terribles episodios que estremecieron el mundo, imponen respeto. Es el peso de la historia, de siglos y de tragedias. Aquí, sin embargo, en este corazón comercial y administrativo que fue, y que sigue siendo, la historia se disuelve en la vida cotidiana. Los turistas nos lanzamos a las tiendas en las calles que rodean la plaza, a comprar muñequinos en la Boutique Tintin o chocolate en la Neuhaus. O a cenar en un lugar típico, como La Rose Blanche. Y al salir, la luz de la tarde se había coloreado, vistiendo de fiesta los elegantes edificios. 



Ayuntamiento de Bruselas en la Gran Plaza


Pero ya sabéis quienes os asomáis por aquí de vez en cuando, que me gusta encontrar coartadas literarias en mis viajes. Y no iba a ser menos en Bruselas. Además, son palabras mayores: Victor Hugo y su relación con la Gran Plaza de Bruselas. 


Victor Hugo, bajo el falso nombre de Jackes Firmin Lanvin, vivió en esta plaza durante los quinientos días que estuvo exilado, cuando  se convirtiera en feroz enemigo de Napoleon III. En una anterior visita, en 1937,  durante un viaje que contó en su texto "En voyage, France et Belgique" describe la plaza con gran entusiasmo, "es una maravilla" y del ayuntamiento dice que es "una joya, una deslumbrante fantasía soñada por un poeta y realizada por un arquitecto ... no hay una fachada que no sea una fecha, un disfraz, una estrofa, una obra de arte. Hubiera deseado dibujarlas todas una tras otra".


Victor Hugo, "En voyage. France Belgique" 1935


Y durante su exilio (1851-1852), fue en la Gran Plaza donde terminó de escribir esa obra maestra que es Los Miserables. Su amante, Juliette Drouet, le había seguido a los pocos días, llevando en su equipaje el manuscrito de Los Miserables, que sería publicado diez años después en la ciudad de Bruselas. 


Les Mirerables, de Victor Hugo Bruselas,  1863



Y en 2012, al cumplirse los 150 años de esa publicación, en Bruselas tiraron la casa por la ventana con decenas de eventos conmemorativos. Si tienes curiosidad, aquí hay un enlace al resumen de todas ellas.



Pilar Otano Cabo

Badajoz (España), noviembre de 2025

viernes, 14 de noviembre de 2025

Lecturas en vuelo


Subimos en Madrid al avión con destino a Bruselas. Habíamos tardado una eternidad, no sé muy bien por qué, y ya casi todos los pasajeros estaban instalados, absortos en sus pantallas, como si el mundo solo existiera ahí. Digo casi todos, porque había un joven que leía un libro en papel. Como no puedo evitar leer todo lo que se me pone a tiro, mis ojos fueron derechitos al título: Las gratitudes, ese precioso libro de la francesa Delphine de Vigan; hermoso, como todo lo suyo.



Las gratitudes. Delphine de Vigan


Este libro habla de cosas que nos tocan a todos: el paso implacable del tiempo, la memoria que se escapa, la importancia de decir lo que llevamos dentro y, sobre todo, de esos vínculos humanos que no siempre dependen de la sangre.


Aquella lectura fue una de las joyas que me acompañaron durante el verano de 2025. Estaba entre una pila de libros escritos por mujeres, que se convirtieron en compañeras fieles de mis días estivales.


Después, vi que no era la única que elegía las páginas impresas frente a las pantallas digitales. Encontré más viajeros atrapados entre libros, en papel y en electrónico. Pero ese encuentro con Las gratitudes me caló hondo, muy hondo.


Las gratitudes

Delphine de Vigan

Traducción de Pablo Martín Sánchez

Anagrama, 2021

176 páginas


Pilar Otano Cabo

Badajoz (España)

Noviembre 2025



Libros escritos por mujeres


miércoles, 12 de noviembre de 2025

Un guiño de cine en Bélgica


Un guiño de cine en Bélgica


Hay ciudades que te miran cómplices, como si te dijeran “te estaba esperando”. Esta vez ese guiño ha sido de cine, en nuestra escapada otoñal a Bélgica; sí, Bélgica, la de Tintín, los gofres y el chocolate que se derrite sin prisa.


Viajamos en buen grupo, de esos que saben disfrutar del paseo. Pateando bien varias ciudades, vi algunos carteles que me llamaron la atención. Eran carteles de cine y decían: Nouvelle Vague. Era el título de una película recién estrenada allí, aunque a España no llegará —dicen— hasta enero de 2026. Y ya estoy contando los días. 


Sphinx Cinema en Gante y Cinema Galeries en Bruselas


Tiene una pinta maravillosa. Su director, Richard Linklater, vuelve atrás su cámara 60 años hacia un momento fundamental del cine, al momento en que la experimentación y la creatividad de cineastas jóvenes de París consiguieron una nueva forma de hacer películas, la Nouvelle Vague francesa, aquel movimiento que quiso, con poco presupuesto, romper con las formas encorsetadas de hacer cine.


Esta nueva película quiere homenajear la de Jean-Luc Godard de 1960, À bout de souffle (Al final de la escapada en España), una de las películas más emblemáticas de la "nueva ola" francesa



A bout de souffle, de Jean-Luc Godard
Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg 


Pero también hubo otras películas: Los 400 golpes o Jules y Jim que veíamos en el Cine Club del Aula de Cultura de la Escuela de Magisterio de Badajoz en los años 70 y 80 y que organizaban Lorenzo Blanco y nuestro querido Alejandro Pachón.


Parece que esta nueva  Nouvelle Vague recrea el rodaje de À bout de souffle. Será fascinante comprobar cómo Linklater intenta capturar el espíritu y la estética de Godard, con el formato y la estética de 1960,  poniendo de relieve esa energía que cambió la forma de mirar el cine. Es un gesto de amor que ojalá no pase desapercibido.

 

Nouvelle Vague, de Richard Linklater (2025)




Pasado y presentes se cruzan en la pantalla, invitándonos un vez más a reflexionar sobre el poder inagotable del lenguaje cinematográfico. Ya están tardando. Aunque… ¿la veremos en Badajoz? Espero que sí.


Los cines de las fotos son:

  • Cinema Galeries. Galerías Reales Saint-Hubert en Bruselas, cine con aire señorial.


Pilar Otano Cabo

Badajoz, noviembre de 2025

domingo, 9 de noviembre de 2025

De visita al Parlamento Europeo

Una mañana increíblemente soleada nos aguardaba. No dábamos crédito, esperábamos agua y frio y no tuvimos ninguna de las dos cosas. El frio, no, pero el agua la habíamos dejado en Badajoz. En fin, un regalo que Bruselas nos hizo como si quisiera contradecir su fama de cielos plomizos. Una luz especial se reflejaba en las fachadas de cristal del Parlamento Europeo, que nos invitó enseguida a hacer una y mil fotos; del grupo, de parejas, unos selfies…






Que no falte un selfi en la entrada del Parlamento Europeo


Íbamos a visitar el Parlamento de la mano de uno de nuestros parlamentarios, el socialista Ignacio Sánchez Amor. No éramos los únicos que iban de visita, claro, un montón de personas pululaban también por los alrededores. Todo muy serio y muy bien organizado; la acreditación y el acceso al enorme vestíbulo con las banderas de los países que conforman la organización. Y más fotos… No pude evitar sacar mi lado portugués para la foto con las banderas.


No pude evitar mi lado portugués...

Acreditación para acceder al centro de visitantes del Parlamento Europeo
La acreditación bien visible todo el rato


Nuestro anfitrión nos contó, en una charla distendida, los pormenores de su interesante trabajo, una labor que se mueve entre la diplomacia y la defensa firme de los valores europeos. Escucharlo me ayudó a comprender mejor todo el engranaje de la institución -tantas veces puesta en cuestión- como lugar donde se toman decisiones que luego se traducen en derechos que nos protegen o en compromisos solidarios. 


Todo un desafío esto de poner de acuerdo a tantos países, con intereses e ideologías diferentes. Europa no nació hecha, se enfrenta cada día a negociaciones infinitas y discretas de los 720 parlamentarios, con la ayuda de otras muchas personas que hacen el trabajo más fluido; con el convencimiento todos ellos de que hay más cosas que nos unen que las que nos separan.



Hemiciclo del Parlameto Europeo en Bruselas


Entre los trasiegos por los pasillos y las esperas que impone cualquier visita institucional, uno se encuentra con una grata sorpresa: el Parlamento Europeo es también una pequeña galería de arte contemporáneo. Más de quinientas piezas procedentes de cada país de la Unión acompañan el ir y venir de funcionarios, visitantes y traductores. Durante nuestra visita fuimos descubriendo algunas de ellas, cada una con su acento y su mirada. Pero solo fotografié este homenaje a Andy Warhol del eslovaco Marko Blazo de 2007.



Warhol 1, 2007 de Marko Blazo



Pero si hubiera que elegir una pieza que condense la idea de convergencia y movimiento que habita en este edificio, sería la escultura móvil de acero inoxidable que asciende por la escalinata helicoidal. Desde cada punto de vista cambia, se fragmenta o se une, según la luz y la perspectiva del observador. Su autor, el belga Olivier Strebelle, la tituló con acierto Confluences: una metáfora visible de la Unión, con un eje central del que se ramifican formas sinuosas. También ella pedía, inevitablemente, una fotografía.



Confluences, de Olivier Strebelle en el Parlamento Europeo



Cuando salimos, tras las preceptivas fotografías en el hemiciclo, allí estaba aún el sol y el aire olía a hojas secas. De nuevo, grupos de jóvenes se fotografiaban con las banderas al fondo. Era el futuro.


Pilar Otano Cabo

Bruselas, noviembre de 2025