viernes, 23 de abril de 2021

Recomendación lectora en el Día del Libro 2021


Hoy, 23 de abril Día del Libro, quisiera recomendar una lectura. Pero antes quisiera poner en contexto cual es la trayectoria del autor y cuales son sus motivaciones a la hora de escribir.




Este chileno, el autor que aquí traigo es chileno, es uno de mis autores favoritos, Luis Sepúlveda.  Nos ha acompañado en nuestros viajes a Chile, y nos ha llevado de la mano a esa Chile profunda desde la isla de Chiloé hasta el sur, a la Patagonia, hasta Punta Arenas. Y hemos aprendido mucho con él con esas lectura de Patagonia Express, de Mundo del fin del mundo o Últimas noticias del sur; esta última con unas maravillosas fotografías de su amigo el argentino Daniel Mordzinski. Son todas ellas unas lecturas muy recomendables, sobre todo para quién le guste la literatura de viajes, como es mi caso.



Y nos ayudaron también a comprender un poco mas la historia de Chile, desde la desaparición de los pueblos originarios hasta la última mitad del siglo XX, con la época de Salvador Allende y la posterior dictadura militar de Pinochet, que está tan presente en la obra de Luis Sepúlveda. Porque Lucho, como le llamaban sus amigos, ha vivido con pasión su compromiso con las causas perdidas, implicado en los movimientos ecologistas como los meses que pasó en el barco de Green Peace y siempre con su compromiso político del lado del mas débil… Todo este activismo político y el ecologista, que también es político, se cuela en su escritura.


 Luis Sepúlveda fue viajero solitario con 16 años y escolta de Salvador Allende con ventipocos. Tras el golpe de estado de Pinochet y la terrible experiencia de su paso por la cárcel de Temuco, llegó el momento del exilio y anduvo por medio mundo hasta asentarse en España, en Gijón, donde desgraciadamente murió hace ahora justo un año a los 70 años de edad. Fue una de las primeras víctimas de la COVID19, a su vuelta del gran Festival Literario portugués, Correntes d'Escritas


En los años noventa, en un hospital de Alemania y recuperándose de una  tuberculosis, regalo envenenado de su paso por la cárcel, Luis Sepúlveda escribió Nombre de torero, la novela que vengo aquí a recomendar. Título este, Nombre de torero, por llamarse Juan Belmonte el personaje principal. Fue publicada por Tusquets en 1994. 


Y Lucho le da a Belmonte su propia biografía. Juan Belmonte es un guerrillero derrotado, pero que no ha renunciado del todo a sus ideales, aunque no sabe muy bien qué hacer con ellos. Y que lee novelas criminales sentado en el inodoro y en la bañera.  Exilado en Alemania, trabajando en uno de los últimos cabarets de Hamburgo  como “discreto encargado del orden”, bueno, mas bien como matón de burdel, Belmonte es contratado para ir a Chile, a Tierra del Fuego para verse envuelto en una historia que había comenzado en la Alemania nazi de principios de la segunda guerra mundial, cuando unos policías roban unas valiosas monedas de oro en la cárcel de Spandau. Con ese botín quieren ir a Tierra de Fuego, que era el último rincón provisorio del planeta”. Pero todo se tuerce.  La historia  continúa ahora cincuenta años después…


Nombre de torero tiene los elementos de novela negra, es todo un thriller político que recorre la política mundial de la última mitad del siglo XX. 


Leí Nombre de torero hace muchos años y ahora la he retomado gracias a este acto, lo cual agradezco también. Es una novela muy bien escrita y plagada de referencias literarias y cinematográficas. En sus páginas puede escucharse esa musicalidad con la que hablan en Chile y que me encanta. 

Y es una novela que me emociona, por la historia en si y sobre todo por el personaje de Belmonte, tan tierno y tan enamorado de su esposa, Verónica, personaje que tiene también la biografía de la que era compañera de Sepúlveda en los momentos del golpe de Estado.  Historia terrible que es mejor no contar.


Me gusta la literatura que no es solo entretenimiento, que te muestra cosas, que te enseña el mundo, se saca de la desidia  y que te hace pensar y tomar partido. Sepúlveda lo hace con la maestría  de lo que era, un excelente “contador de historias”. No es de extrañar, con su abuela mapuche y su abuela vasca nunca le faltó una buena historia a la hora de ir a dormir. También ayudó las horas que pasó en una biblioteca y que él contaba con mucha gracia.


Siempre tuve el deseo de conocerle en persona, porque tuvo que ser alguien muy especial. Como ya no puede ser, va desde aquí todo mi cariño y el de los millones de lectores que tiene por todo el mundo


Lean, lean mucho. Lucho decía que “leer es libertador porque te da muchos puntos de vista”. Y feliz Día del Libro.