Subimos en Madrid al avión con destino a Bruselas. Habíamos tardado una eternidad, no sé muy bien por qué, y ya casi todos los pasajeros estaban instalados, absortos en sus pantallas, como si el mundo solo existiera ahí. Digo casi todos, porque había un joven que leía un libro en papel. Como no puedo evitar leer todo lo que se me pone a tiro, mis ojos fueron derechitos al título: Las gratitudes, ese precioso libro de la francesa Delphine de Vigan; hermoso, como todo lo suyo.
Este libro habla de cosas que nos tocan a todos: el paso implacable del tiempo, la memoria que se escapa, la importancia de decir lo que llevamos dentro y, sobre todo, de esos vínculos humanos que no siempre dependen de la sangre.
Aquella lectura fue una de las joyas que me acompañaron durante el verano de 2025. Estaba entre una pila de libros escritos por mujeres, que se convirtieron en compañeras fieles de mis días estivales.
Después, vi que no era la única que elegía las páginas impresas frente a las pantallas digitales. Encontré más viajeros atrapados entre libros, en papel y en electrónico. Pero ese encuentro con Las gratitudes me caló hondo, muy hondo.
Las gratitudes
Traducción de Pablo Martín Sánchez
Anagrama, 2021
176 páginas
Pilar Otano Cabo
Badajoz (España)
Noviembre 2025

























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