martes, 31 de octubre de 2017

El Cementerio de Burdeos

Hace años que heredé de mi padre el oficio de cuidar de los nuestros en el cementerio. Es algo que hago con regularidad y con agrado a lo largo del año. Así que toca ahora, en estos días en los que llega noviembre, arrear los trastos de limpieza y poner flores nuevas.

Me reconozco en Julián Quintanilla y las visitas al Cementerio de San Juan  de Badajoz que nos cuenta en su peli “El mundo entero”. Para mí, resulta reconfortante mantener ese lazo de unión con los que ya no están. 

El mundo entero, con Loles León
"El mundo entero" Julián Quintanilla (2016)


Y cuando viajo también me gusta visitar los cementerios. Son lugares tranquilos que, sin embargo, hablan y nos cuentan historias. No hay nada siniestro en todo esto, no tengo un lado gótico, simplemente eres testigo de la historia. 

Hoy estaba recordando el último que visitamos este año. Fue un poco a la carrera, veníamos de pasar el día en la Duna de Pilat y llegábamos a Burdeos con la hora justa antes de que cerraran el Cementerio de la Chartreuse. Nos veníamos al día siguiente, así que era la única ocasión de visitar la tumba de Flora Tristán a quien conocí en un viaje anterior a Burdeos. Flora Tristán es toda una figura del movimiento feminista y del movimiento obrero de los de verdad, de hace 200 años!! y merece ser recordada y leída.

Eran unos minutos antes de que cerraran, sobre las cinco de la tarde,  con un calor mas propio de Badajoz que de Burdeos y haciendo poco caso (mas bien ninguno) al encargado que nos decía que estaban cerrando, corrimos hasta encontrar la tumba de Florita. Se lo debía.

Tumba de Flora Tristán 

Estábamos lejos de la salida, así que otro trabajador del cementerio se ofreció amablemente (pensé que tenía prisa por cerrar) a llevarnos a la salida, montados en una especie de buggy como los que usan en los campos de golf, o para acarrear turistas. La verdad es que tampoco tendría mucha prisa el señor, porque cuando supo que éramos españoles se empeñó en dar un rodeo y llevarnos a ver el Memorial de Goya. Es un cenotafio, que recuerda su enterramiento original, antes del ajetreo de tumbas que se trajo hasta llegar a la ermita de San Antonio de la Florida en Madrid, eso si, después de haber perdido la cabeza. ¡Qué cosas!


Cenotafio junto al primer enterramiento de Goya
Cementerio de la Chartreuse, Burdeos

Así que, sí, me gusta visitar los cementerios, me reconforta su silencio. Y sé que somos muchos, porque hasta el Consejo de Europa tiene una “Ruta Europea de los Cementerios” Ahí es ná!!










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