Mostrando entradas con la etiqueta Mis viajes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Mis viajes. Mostrar todas las entradas

domingo, 30 de noviembre de 2025

El Museo Magritte de Bruselas

Un mundo paradójico


Cuando tienes poco tiempo para visitar una ciudad, lo estiras hasta lo imposible y sacas cualquier hueco para no perderte nada. Eso fue lo que nos sucedió hace unos días en nuestra escapada a Bruselas. La mañana nos había llevado al Parlamento Europeo y nos esperaba un paseo por la ciudad por la tarde, así que sólo había  un resquicio para comer y descansar. Pero como para descansar ya habría tiempo al volver a casa, tiramos de nuestra lista de imperdibles de Bruselas y elegimos el Museo Magritte.


Museo Magritte_Bruselas

Magritte nos da la bienvenida

Ya fue una experiencia surrealista atravesar la Place Royale, para llegar al museo, sorteando obras, vallas y operarios que parecían surgidos de un cuadro de Magritte; eso sí, cambiando el bombín por el casco de obra. Era el caos de la ciudad, como en tantas otras, con una sinfonía de martillos y taladros que acompañan al visitante y al lugareño. En cambio, cruzar su puerta es como pasar un umbral invisible; allí empieza un espacio donde el arte de René Magritte no te mira, te observa, te invita a pensar. No es un museo de simples cuadros, es un lugar para la reflexión y, ¿por qué no? para el diventimento.


Cada sala es un reto: aquí Magritte se muestra de perfil, sosteniendo lo que parece un lápiz ante un espacio vacío y que me obliga a tirar de mi libreta y de mi boli de cuatro colores para empezar a rellenar ese papel en blanco.





Y sala tras sala, me hace sonreír. Magia y misterio, él no habla, pero lo dice todo. Paradojas que me desafían, porque claro que “esto no es una pipa. Y objetos cotidianos vestidos de textos incongruentes e inesperados; ¿no es un sombrero (ese bombín tan Magritte) para uso externo? En fin, magia, ilusión, ambigüedad, trampas mil; imágenes aparentemente normales, pero que llegan a desconcertarte, poniendo tu cabeza a cavilar, mientras los pies no consiguen despegarse del suelo ante cada pieza.



Irene o la literatura perdida y Encuentros naturales


Y seguro que alguien está esperando la coartada literaria, pero no, esta vez no. Podía tirar de Foucault, pero me tendría que poner en modo solemne y, sinceramente, no me apetece. Lo que sí tengo es un par de coartadas cinematográficas y una canción; porque hay escenas en muchas películas, tomadas de cuadros de Magritte. Ahí van un par de guiños que conectan arte y cine:


En Los abrazos rotos, de Almodovar (2009) hay una escena inspirada en la obra de Magritte, Los amantes. Es la inquietante escena en la que dos personas se besan con las cabezas envueltas en telas blancas que impiden el contacto.


Aquí puedes ver el tráiler. La escena aparece en el minuto 1:18



Los amantes y Los abrazos rotos





Por otro lado, la escena final de El show de Truman (1998), protagonizada por Jim Carrey, está también inspirada en una pintura de Magritte, Arquitectura al claro de luna

En este enlace puedes ver la escena final completa.


Magritte y El show de Truman


Para redondear la experiencia, dejo una canción de Paul Simon dedicada a René y Georgette Magritte, incluida en su disco Hearts and Bones, de 1987;  René Magritte and Georgette Magritte with Their Dog After the War; una balada tan surrealista como sus propios cuadros.


Y como recuerdo, la típica postalita que traigo en esas ocasiones para la pared viajera de mi estudio. Tenía que ser la más emblemática de todas, El hijo del hombre, supuestamente su autorretrato, pero como la cara está tapada con la manzana voladora, no lo podemos asegurar. 


El hijo del hombre, Magritte en mi pared viajera

Magritte en mi pared viajera




Pilar Otano Cabo
Badajoz, España
Noviembre de 2025

viernes, 21 de noviembre de 2025

La Gran Plaza de Bruselas

...y Victor Hugo


Entrar en una plaza emblemática, como la Gran Plaza de Bruselas, siempre impresiona. Tenía un vago recuerdo de nuestra visita anterior, hace por lo menos treinta años. Una imagen algo desdibujada, pero aclarada por las imágenes coloridas de esa alfombra de flores que la cubre cada dos años en el mes de agosto y que hemos visto decenas de veces en la tele. Un espectáculo artístico tan bello como efímero.




Pues bien, esta vez al acceder a la Gran Plaza no había begonias, sólo decenas de turistas como nosotros con sus cámaras. Siempre me gusta colocarme en el centro de las plazas y girarme para abarcarlo todo de una sola mirada, como la función panorámica de mi iPhone; la plaza entera en un solo gesto. Y allí, en esa tarde inusualmente soleada de noviembre, las fachadas barrocas y góticas me miraban y parecían querer contarme todos los secretos de los antiguos gremios y mercaderes que la habitaron, ajenos al bullicio de los visitantes. Por fin, me detengo bajo la altísima torre del Ayuntamiento, que parece desafiar al cielo. Y quiero imaginar a una feliz pareja de recién casados, que acaban de dar el “sí, quiero” en este bello lugar. 


Ayuntamiento de Bruselas en la Gran Plaza


No he podido evitar recordar la Plaza Roja de Moscú. Allí todo era más solemne; sus edificios, que habían sido testigos de terribles episodios que estremecieron el mundo, imponen respeto. Es el peso de la historia, de siglos y de tragedias. Aquí, sin embargo, en este corazón comercial y administrativo que fue, y que sigue siendo, la historia se disuelve en la vida cotidiana. Los turistas nos lanzamos a las tiendas en las calles que rodean la plaza, a comprar muñequinos en la Boutique Tintin o chocolate en la Neuhaus. O a cenar en un lugar típico, como La Rose Blanche. Y al salir, la luz de la tarde se había coloreado, vistiendo de fiesta los elegantes edificios. 



Ayuntamiento de Bruselas en la Gran Plaza


Pero ya sabéis quienes os asomáis por aquí de vez en cuando, que me gusta encontrar coartadas literarias en mis viajes. Y no iba a ser menos en Bruselas. Además, son palabras mayores: Victor Hugo y su relación con la Gran Plaza de Bruselas. 


Victor Hugo, bajo el falso nombre de Jackes Firmin Lanvin, vivió en esta plaza durante los quinientos días que estuvo exilado, cuando  se convirtiera en feroz enemigo de Napoleon III. En una anterior visita, en 1937,  durante un viaje que contó en su texto "En voyage, France et Belgique" describe la plaza con gran entusiasmo, "es una maravilla" y del ayuntamiento dice que es "una joya, una deslumbrante fantasía soñada por un poeta y realizada por un arquitecto ... no hay una fachada que no sea una fecha, un disfraz, una estrofa, una obra de arte. Hubiera deseado dibujarlas todas una tras otra".


Victor Hugo, "En voyage. France Belgique" 1935


Y durante su exilio (1851-1852), fue en la Gran Plaza donde terminó de escribir esa obra maestra que es Los Miserables. Su amante, Juliette Drouet, le había seguido a los pocos días, llevando en su equipaje el manuscrito de Los Miserables, que sería publicado diez años después en la ciudad de Bruselas. 


Les Mirerables, de Victor Hugo Bruselas,  1863



Y en 2012, al cumplirse los 150 años de esa publicación, en Bruselas tiraron la casa por la ventana con decenas de eventos conmemorativos. Si tienes curiosidad, aquí hay un enlace al resumen de todas ellas.



Pilar Otano Cabo

Badajoz (España), noviembre de 2025

domingo, 9 de noviembre de 2025

De visita al Parlamento Europeo

Una mañana increíblemente soleada nos aguardaba. No dábamos crédito, esperábamos agua y frio y no tuvimos ninguna de las dos cosas. El frio, no, pero el agua la habíamos dejado en Badajoz. En fin, un regalo que Bruselas nos hizo como si quisiera contradecir su fama de cielos plomizos. Una luz especial se reflejaba en las fachadas de cristal del Parlamento Europeo, que nos invitó enseguida a hacer una y mil fotos; del grupo, de parejas, unos selfies…






Que no falte un selfi en la entrada del Parlamento Europeo


Íbamos a visitar el Parlamento de la mano de uno de nuestros parlamentarios, el socialista Ignacio Sánchez Amor. No éramos los únicos que iban de visita, claro, un montón de personas pululaban también por los alrededores. Todo muy serio y muy bien organizado; la acreditación y el acceso al enorme vestíbulo con las banderas de los países que conforman la organización. Y más fotos… No pude evitar sacar mi lado portugués para la foto con las banderas.


No pude evitar mi lado portugués...

Acreditación para acceder al centro de visitantes del Parlamento Europeo
La acreditación bien visible todo el rato


Nuestro anfitrión nos contó, en una charla distendida, los pormenores de su interesante trabajo, una labor que se mueve entre la diplomacia y la defensa firme de los valores europeos. Escucharlo me ayudó a comprender mejor todo el engranaje de la institución -tantas veces puesta en cuestión- como lugar donde se toman decisiones que luego se traducen en derechos que nos protegen o en compromisos solidarios. 


Todo un desafío esto de poner de acuerdo a tantos países, con intereses e ideologías diferentes. Europa no nació hecha, se enfrenta cada día a negociaciones infinitas y discretas de los 720 parlamentarios, con la ayuda de otras muchas personas que hacen el trabajo más fluido; con el convencimiento todos ellos de que hay más cosas que nos unen que las que nos separan.



Hemiciclo del Parlameto Europeo en Bruselas


Entre los trasiegos por los pasillos y las esperas que impone cualquier visita institucional, uno se encuentra con una grata sorpresa: el Parlamento Europeo es también una pequeña galería de arte contemporáneo. Más de quinientas piezas procedentes de cada país de la Unión acompañan el ir y venir de funcionarios, visitantes y traductores. Durante nuestra visita fuimos descubriendo algunas de ellas, cada una con su acento y su mirada. Pero solo fotografié este homenaje a Andy Warhol del eslovaco Marko Blazo de 2007.



Warhol 1, 2007 de Marko Blazo



Pero si hubiera que elegir una pieza que condense la idea de convergencia y movimiento que habita en este edificio, sería la escultura móvil de acero inoxidable que asciende por la escalinata helicoidal. Desde cada punto de vista cambia, se fragmenta o se une, según la luz y la perspectiva del observador. Su autor, el belga Olivier Strebelle, la tituló con acierto Confluences: una metáfora visible de la Unión, con un eje central del que se ramifican formas sinuosas. También ella pedía, inevitablemente, una fotografía.



Confluences, de Olivier Strebelle en el Parlamento Europeo



Cuando salimos, tras las preceptivas fotografías en el hemiciclo, allí estaba aún el sol y el aire olía a hojas secas. De nuevo, grupos de jóvenes se fotografiaban con las banderas al fondo. Era el futuro.


Pilar Otano Cabo

Bruselas, noviembre de 2025

sábado, 10 de agosto de 2024

El Vasa, un buque de guerra en tierra

Ese día en Estocolmo estaba dando mucho de sí. Habíamos cumplido con varios de los rituales de mis viajes: una biblioteca, un mercado y una casa. La casa, más bien el portal, no era la de un escritor, era la casa donde en las novelas vivía Sebastian Bergman, el psicólogo criminalista especialista en asesinos en serie de las siete novelas de Hjorth & Rosenfeldt que me han tenido tan enganchada las últimas semanas.

Así que después de hacer buen uso de nuestras zapatillas, llegamos, atravesando ¡¡otro puente más!!, a la isla de Djurgården, donde está el Museo Vasa. Todo un espectáculo.



Museo Vasa. Estocolmo


El edificio destaca ya desde lejos por su interesante estructura. Era la última hora de la mañana y en los alrededores del museo familias y grupos bastante numerosos se reunían en las mesas de picnic dando buena cuenta de sus viandas. Hicimos lo propio rápidamente para acceder al recinto y llevarnos la enorme sorpresa de ver ese espléndido barco que nunca llegó a navegar.


Hoy es 10 de agosto y fue un día como hoy pero de 1628 cuando todos tan contentos, en el puerto de Estocolmo, expectantes para ver ese buque de guerra salir al mar a guerrear contra los polacos, se llevaron el chasco monumental. Era un buque de guerra, sí, pero iba engalanado que ni para una verbena: decorado con cientos de elaboradas esculturas e adornos, todos ellos pintados en brillantes colores. Un montón de esculturas representando motivos de la antigua mitología, del Antiguo testamento y de la Historia de Roma.


Museo Vasa en Estocolmo (Suecia)

Y todo se fue al traste porque el barquito escoró nada más echar a navegar: un buen viaje inaugural. Y me gusta mucho como lo cuenta Darío Fo en su biografía de la Reina Cristina de Suecia, la hija del rey que había mandado construir ese pedazo de barco.


Reunido con su Estado Mayor, el rey (Gustavo Adolfo el Grande) determinó el día en el que los barcos y el Ejército al completo habrían de zarpar. Algunos, sin embargo, temían lo peor: los cenizos de costumbre habían difundido el rumor de que había surcado el cielo un cometa imprevisto que emanaba una luz siniestra. Y los malos presagios parecieron quedar confirmados.  

El Vasa, el buque real, estaba desfilando por el canal por delante del palco donde Gustavo Adolfo y su Estado Mayor se disponía a saludar al pueblo antes de su marcha. El almirante había ordenado a las tropas que formaran en el centro de la cubierta y que no se movieran: «Todos quietos; debéis permanecer en vuestros puestos como estatuas de mármol». Pero, cuando la banda militar entonó la marcha de batalla destinada al rey, los soldados alineados en el combé, presa del entusiasmo, empezaron a aplaudir. Un nutrido grupo avanzó hacia el costado derecho justo enfrente del palacio real y de inmediato se oyó estallar un grito: «¡Atrás; volved a vuestros puesto, maldita sea!». Pero ya era demasiado tarde. La nave se estaba inclinando. Al volcar, toda la brigada se vio aplastada como bajo una enorme tapadera: el barco se fue a pique. 

Pero la culpa no fue del cometa. Más tarde se llegó a saber que el Vasa había zarpado sin el lastre de reglamento, porque el exceso de peso incidió en la quilla hasta el punto en que el buque encalló en el canal.  

La Reina Cristina de Suecia, Darío Fo


El museo tiene siete plantas para tener acceso a todos los recovecos del barco. Puedes comprobar cómo el Vasa, magníficamente conservado debido a las salobres aguas del Báltico, fue encontrado y reflotado 333 años después de aquel estrepitoso fracaso, en 1961. Distintas exposiciones nos cuentan las historias alrededor del buque de guerra que se quedó en tierra.


Museo Vasa en Estocolmo (Suecia)


Así que por 190 coronas suecas, unos 19 euros, se pasa un buen rato en Estocolmo. Toda la información en su web.


Pilar Otano Cabo

Badajoz (España)

10 de agosto de 2024


viernes, 24 de marzo de 2023

Algo más que un hotel en Atenas

Cuando preparo un viaje, acudo a algunos escritores de cabecera que nunca fallan. En este caso, en nuestra escapada griega de 2023, Manu Leguineche me había contado al oído historias fabulosas del Hotel Grande Bretagne, en Atenas.


El hotel no está en absoluto adecuado a nuestro presupuesto, pero la historia que encierran sus paredes es muy interesante porque son, al tiempo, pequeñas historias e Historia con H mayúscula. Así que ¡había que ir!


Hotel Grande Bretagne en la Plaza Syntagma de Atenas
Hotel Grande Bretagne
 Plaza Syntagma de Atenas

Leyendo esas páginas de Hotel Nirvana. La vuelta a Europa por los hoteles míticos y sus historias he aprendido algo más sobre Grecia. Dice Manuel Leguineche que aquí han nacido y caído gobiernos; y por el Grande Bretagne han pasado demócratas y dictadores, estadistas y aventureros. Los periodistas, si pegaban la hebra y aguzaban el oído, encontraban noticias jugosas que enviar a sus periódicos. Nido de espías, ha vivido la ocupación nazi y ha acogido refugiados de alto standing bajo la protección de las tropas británicas. Allí se han celebrado bodas y entierros muy reales. El Grande Bretagne era terreno neutral, algo por encima de los partidos. Leguineche dice que es algo más que un hotel.


Pues a lo que iba. Con estos mimbres lectores, íbamos un domingo de marzo a “intentar” entrar en el hotel. Son estrictos a la hora de permitir el paso a los turistas/mirones, pero había que intentarlo. No pretendía tomar el sofisticado coctel Grande Bretagne, claro: angostura, una tercera parte de ginebra, dos terceras partes de aguardiente de albaricoque y una gota de jugo de limón. Pero, al menos, un cafelito.


Pero no pudimos ni intentarlo. El hotel estaba casi blindado. Una vez más, el Grande Bretagne estaba siendo testigo de la historia de Grecia. El terrible choque de trenes ocurrido unos días antes había llevado a los griegos a la indignación total y a masivas protestas por todo el país. En Atenas, la Plaza Syntagma es la que acoge siempre las manifestaciones y aquí, justo, es donde está nuestro protagonista. Así que lo único que conseguimos fue respirar el humo que los antidisturbios emplearon para disuadir a los rezagados de la protesta. Aunque he de decir que hemos visto unas pocas de manifestaciones esos días tanto en Atenas como en distintas ciudades griegas y todas han sido muy pacíficas.



Manifestación en la Plaza Syntagma de Atenas
Manifestación en Patras (Grecia) por el choque de trenes


En fin, que ante esa tesitura pensé en una mujer que fue asidua del hotel, la gran Melina Merkouri. Así que aquí ando, a ver alguna de sus películas que, por cierto, están en YouTube. Empezaré por Nunca en domingo (1960) para escuchar el clásico Los chicos del Pireo.




El Grande Bretagne ha visto discurrir por sus salones la historia moderna de Grecia al lado de Syntagma, la plaza de las tres mil sillas, junto al palacio real. El edificio ocupa un amplio chaflán de la plaza, con sus balaustradas policromas de hierro forjado. Es el ágora, con sus sillas y sus quioscos, una institución griega, ese quiosco cajón de sastre en el que el viajero puede encontrar de todo.

                                                                                                   Hotel Nirvana

                                                                                                            Manuel Leguineche (1999)



Pilar Otano Cabo

Badajoz (España) 

marzo 2023


domingo, 15 de enero de 2023

Una Premio Nobel en mitad del campo



También busqué coartadas literarias en nuestro viaje a Suecia del último verano, el de 2022. Digo coartadas, en plural, porque hubo alguna más, además de esta Premio Nobel de Literatura que traigo aquí hoy (la primera mujer en obtenerlo, en 1909). Y como me gusta conocer las casas de los escritores, teníamos la de Selma Lagerlöf en nuestra lista de lugares a visitar.


Mårbacka, la casa de Selma Lagerlöf
Mårbacka, la casa de Selma Lagerlöf.
 Premio Nobel de Literatura en 1909.


Y sí, la casa de Selma estaba en mitad del campo 


Estábamos cruzando Suecia de este a oeste, desde Estocolmo a Goteborg en el coche que habíamos alquilado. El objetivo era pasar unos días en esa parte del país que con frecuencia queda fuera de los circuitos turísticos no suecos.


Hicimos un montón de paradas, estableciendo el alojamiento intermedio en Karlstad. Fue desde allí, por carreteras más que secundarias, desde donde fuimos a Mårbacka, la casa de Selma Lagerlöf. Es una casa de madera, no demasiado grande y cuando nos contaron su historia me pareció una casa bumerán. 

Me explico, esa es la casa donde Selma nació y vivió hasta los 23 años, momento en que fue a estudiar a Estocolmo. Cuando murió su padre, la familia se vio obligada a vender Mårbacka. Sin embargo, cuando Selma tuvo éxito como escritora y ganó el Nobel dispuso de  suficiente dinero para comprar tanto la casa, como las tierras a su alrededor. Vamos, una casa de ida y vuelta. Le honra.


Su escritura


De su obra sólo conocía “El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia” (1906-1907). Son dos tomos que tenemos en casa, de una colección de Planeta de 1987 que se llamaba “Biblioteca mundial de grandes aventuras”. Era una colección de lecturas juveniles muy interesante. Parece que fue una especie de texto escolar para que los niños de la época aprendieran la geografía de Suecia. Ahora hay una edición ilustrada preciosa.




¿Será Martín el ganso que nos recibió en la entrada de la casa?


Martín es el ganso que acompaña a Nils en su viaje por Suecia
"El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia".
                                             Biblioteca mundial de grandes aventuras. Planeta.

                                          


Antes del viaje pensé leer algo más, pero cuando buscaba en la Biblioteca Pública de Badajoz “La saga de Gösta Berling” encontré la peli, muda, de 1924. La traje a casa porque me llamó mucho la atención que la protagonista fuera Greta Garbo, desconocida por aquel entonces. Esa copia en DVD es muy mala, pero en YouTube se puede ver con más calidad. 


Volviendo a la casa, a Mårbacka


Hicimos la típica visita guiada y fue muy interesante porque aprendí que Selma Lagerlöf, además de escritora de éxito, gestionó la granja de Mårbacka con muy buena mano. Dio trabajo a muchos lugareños, quienes tenían derecho a un seguro de salud y de pensión. 


Exposición de la vida y obra de Selma Lagerlöf, en Mårbacka


Debo admitir que una de las cosas que más me gusta de las casas son las cocinas. Son el corazón de una casa. En la cocina de Selma disfruté con la AGA que tanto me gusta. Debía ser una de las primeras que se fabricaron, regalo de su inventor en 1912, otro premio nobel sueco, este de física, Gustaf Dalén. Se siguen vendiendo ahora estas cocinas, estando muy de moda en los países nórdicos y a mí no me importaría tener una, -¡pero tienen un precio!-. 


La cocina de Mårbacka, con su magnífica AGA.
(foto de la web de M
årbaka)

También podíamos hablar de lo que le gustaban todas la novedades tecnológicas de la época, como el aparato de radio que tenía en su salita de estar. O de su implicación en política, en movimientos feministas. Tuvo que ser alguien muy especial.


Y no quiero terminar sin contar que fue en la cafetería de Mårbacka donde tomamos la cerveza menos cara de todo el viaje a Suecia. Digo “menos cara” porque la palabra “barata” no existe en ese país. 


Cafetería de Mårbacka, la casa de Selma Lagerlöf, Premio Nobel de Literatura en 1909


Pilar Otano Cabo

Badajoz (España), enero de 2023


domingo, 11 de septiembre de 2022

La Mano


Ahora no consigo recordar dónde lo había sabido, pero tenía esa mano anotada en la lista de lugares a visitar en Estocolmo: La mano, así en español. Así que el primer día, después del paseo de reconocimiento general de la ciudad, nos pusimos a buscarla.



La mano



Como en Estocolmo todo va de islas y de puentes, allá que recorrimos la Gamla Stand (la Ciudad Vieja) donde está la Stortorget, esa plaza tan bonita que vemos en las guías, en las postales y en los magnetos del frigorífico —yo me traje el mío, claro—. Andan también por allí el Palacio Real y el Museo Nobel. En fin, ya habíamos paseado todas sus calles, atestadas de gente, y nos dirigimos a otra de las islas, al barrio de Södermalm, donde estaba La Mano.


Stortorget


¿Y qué tiene de especial esta escultura de granito de cuatro metros de altura?


Es el homenaje a los suecos que participaron en las Brigadas Internacionales para defender la República Española durante la Guerra Civil. Una tercera parte, de mas de 500, murieron en suelo español. Fue una iniciativa de la Asociación de Voluntarios Suecos de España en 1977 y está colocada en la Katarinavägen, en un lateral del barrio de Södermalm, antiguo barrio de trabajadores convertido ahora en barrio bohemio de diseñadores y artistas. 


Pero La Mano le da la espalda al barrio, mira para el agua, para las otras islas. Hay que subir una buena cuesta, por eso es uno de los lugares con mejores vistas de la ciudad. También por eso merece la pena. 


Si tienes curiosidad por saber más acerca de esta mano, este artículo de El Plural lo cuenta con todo detalle. Y en este vídeo se profundiza un poco más sobre el tema de los brigadistas suecos en la Guerra Civil. Es un acto que tuvo lugar en el Instituto Cervantes de Estocolmo en mayo de 2022: 





Por cierto, igual que Sebastian Bergman anduvo rodeando nuestro hotel, la sede del Instituto Cervantes estaba a dos calles del mismo. Allá que fuimos una mañana a preguntar por La Mano, pero estaba cerrado por vacaciones… 


Pilar Otano Cabo

Badajoz, agosto de 2022