Unas horas sueltas dan mucho juego cuando quieres abarcar una ciudad. Y si además el azar coopera, el día se vuelve redondo. Este noviembre, Bruselas tuvo el detalle de hacernos el regalo de un sol que no estaba previsto en nuestro programa. Veníamos de visitar a Magritte -que nos había dejado la cabeza a bullir de ventanas y nubes- y en nuestro tranquilo paseo buscábamos un lugar donde comer y tomar un cafelito (¡el café que no falte, por favor!).
Entonces, casi sin querer, apareció la elegante Galería Bortier, como un refugio escondido donde el tiempo parecía detenido entre libros antiguos y una cafetería tan bonita que casi podía ser un museo. Literatura y gastronomía son para mí una combinación perfecta; el aroma del café y de las páginas antiguas parecían querer contarme historias, las de otros tiempos, pero que también son las nuestras.
| Le Café Literaire |
Conocíamos ya otras galerías de Bruselas, la Galerías Reales Saint-Hubert, con sus ecos de Victor Hugo y su aire de paseo elegante. También me recordó a aquel Pasaje Macca-Vilacrosse tan francés que vimos en Bucarest hace unos años. Pero esta me pareció diferente. Es más pequeña, con su propia vida: nació en 1848, en plena fiebre parisina del hierro y cristal, cuando las galerías eran refugios luminosos para los paseantes que huían del bullicio y de los malos olores de las calles. Eran lugares de encuentros “galantes”, de compras elegantes y, claro, también para dejarse ver.
Aquel hallazgo tuvo algo de serendipia, un regalo para unos turistas un poco flâneur como nosotros. Supimos que la galería acaba de renacer, después de medio siglo de abandono, con una filosofía del slow life que se siente nada más entrar. La Bortier te invita a desacelerar el ritmo diario y a disfrutar del momento. ¡Y cómo no hacerlo si encuentro juntas dos de las cosas que más me gustan: café y libros!
| Librairie Genicot. Galerie Bortier, Bruxelles |
Así, mientras la Gran Plaza nos esperaba unos pasos más allá, aquel rincón, bello testimonio del patrimonio arquitectónico e histórico de la ciudad, nos regaló una pausa que sabía a tiempo detenido y compañía literaria. Aunque andábamos con un poco de prisa, al final todo quedó detenido.
Pilar Otano Cabo
Badajoz, España
Noviembre de 2025
























