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miércoles, 13 de noviembre de 2019

Goya cuenta la barbarie

Los desastres de la guerra
...y no aprendemos!

Reconozco que la magnitud de mis habilidades artísticas tiende a cero, por lo que mi asombro ante cualquier obra de arte tiende a infinito. Me pasa con frecuencia y ha vuelto a sucederme estos días en Badajoz con Los desastres de la guerra.


Exposición en la Sala Espacio CB Arte de Badajoz
Exposición Los desastres de la guerra. Francisco de Goya
Sala de Exposiciones Espacio CB Arte. Badajoz


Las sala de exposiciones Espacio CB de Arte nos ha hecho un regalo: la primera edición de los 80 grabados que sobre la crueldad, el fanatismo y el terror de la guerra Goya realizó entre 1810 y 1814. Y estamos de suerte al tenerlos tan a mano porque él no llegó a verlos impresos. 


Y son fieras. Los desastres de la guerra. Francisco de Goya
Y son fieras 
Aguafuerte, aguatinta bruñida y punta seca



Poco hay que decir de esta serie de grabados por lo conocidos que son, las veces que los hemos visto  y porque hablan por sí solos. Son un reportaje gráfico como el de cualquier fotógrafo que cubre hoy día las guerras que asolan nuestro planeta. Nos muestran la barbarie de la Guerra de la Independencia que él mismo vivió en Zaragoza y en Madrid, pero que pueden ser también escenas del saqueo, el terror y las violaciones que sufrió Badajoz en aquel abril de 1812


No hay que dar voces. Los desastres de la guerra. Goya
No hay que dar voces
 Aguafuerte, aguatinta bruñida, buril y bruñidor

Me parece muy interesante esta forma de difundir el arte en el siglo XIX, antes de que la fotografía apareciese o la difusión instantánea que hoy nos bombardea. Considero muy moderna la idea de su «efecto multiplicador», como ha dicho la comisaria de la exposición, Cristina Rubio, también subdirectora del Museo Goya de Zaragoza.  Pena que la represión política del absolutismo de Fernando VII a su vuelta impidiera la difusión de estas imágenes que no vieron la luz hasta 1864, muerto ya su autor. 





Pero volviendo a mi nula capacidad artística, esta exposición me ha “obligado” a rebuscar en artículos y en el bendito YouTube para saber cómo era el manejo de esta técnica que Goya empleó para hacer sus planchas. Y me ha parecido un trabajo de lo mas asombroso ese juego con la química de los materiales, con la habilidad para el dibujo y la paciencia para esos trazos y sombras que consiguen sobrecogernos al contemplar el resultado. 

He aprendido un montón sobre las planchas de cobre, el barniz, el buril, la punta seca, el tórculo, la acidulación, aguatinta, aguada y… ¡ yo que sé cuánto más! Eso sí, teoría pura y dura, pero lo he disfrutado. Y como resumen del proceso, ahí va una escena de la película de Carlos Saura de 1999, "Goya en Burdeos"



Goya en Burdeos, película de Carlos Saura. 1999

Ya he contado en otro lugar de este blog como Goya me persigue. ¿O soy yo quién persigue a Goya? No lo sé, ahora empiezo a dudarlo. Ya he contado alguna vez una anécdota con el Memorial de Goya en el cementerio de Burdeos mientras buscaba a Florita Tristán!!!

Así que no hay que perderse esta exposición de la Fundación CB de Badajoz, pero como termina pronto, no hay que pasar por alto el Museo Goya de Zaragoza y el Gabinete Goya de  la Calcografía Nacional en la Real Academia de Bellas Artes San Fernando en Madrid, que está muy cerquita de la Puerta del Sol. Ahí están las planchas de cobre al aguafuerte de Goya. ¡Obligatorio!

Y todo esto me ha recordado una tontuna, salvando las distancias y que Goya me perdone,  los viejos tiempos en los años setenta cuando los maestros hacíamos las copias para los alumnos con una caja de lata de las de hacer magdalenas llena de gelatina... ¡Señor, qué tiempos!!!


Curioso, el título original, "Fatales consequencias de la sangrienta guerra en España con Buonaparte. Y otros caprichos enfáticos, en 85 estampas. Inventadas, dibuxadas y grabadas, por el pintor original D. Francisco de Goya y Lucientes. En Madrid".
Francisco de Goya y Lucientes (1746 - 1828)



Espacio CB de Arte, Fundación CB Badajoz
Espacio CB de Arte
Avenida de Santa Marina, 25. Badajoz


Pilar Otano Cabo
Badajoz, noviembre de 2019



viernes, 12 de agosto de 2016

¡Glamour… en un Carrefour!

No me he sentido mejor haciendo la compra que en un Carrefour de Burdeos porque  tiene un glamour especial. Sólo íbamos a comprar algo para hacer los bocadillos para el viaje y nos encontramos con un edificio muy curioso y además…. había un chico tocando un piano; ¡y eran las 10 de la mañana!! 



Este Carrefour está en el sótano de una galería comercial circular, que está en una plaza también circular. La plaza se llama “des Grands Hommes” y la galería también, claro. Está en todo el meollo de la zona noble de Burdeos, lo que llaman “el triángulo”, que es como un triángulo de oro. A pesar de estar rodeado de tiendas de mucho lujerío, nos han contado unos lugareños que el supermercado no es más caro que otros de la ciudad. Así que compramos los bocatas, rodeados de glamour y de música de piano.



El mercado tiene su historia. Es un edificio moderno, de 1991, de hierro fundido y cristal, que tiene algún premio, pero que acarreó su polémica como siempre pasa cuando se hace algo nuevo en una ciudad. 

En realidad el mercado, que sólo era de alimentación en un principio, viene de finales del siglo XIX y fue sustituido por una mole de hormigón, bastante fea parece ser, en 1961. Cuando se derribó a finales de los ochenta, los bordeleses se quedaron de piedra ante el gran agujero y reclamaron una rápida reconstrucción del mercado. Ahora todo el mundo está muy contento con la obra. A mí me ha parecido muy bonito. Además me gusta su nombre: “Mercado de los grandes hombres”. Montesquieu, Rousseau y Voltaire dan empaque a un bocadillo de “jamón de París”. 

Burdeos, agosto de 2016






domingo, 15 de enero de 2017

Mozart moribundo, pero muy vivito


Burdeos es una ciudad preciosa. Merece la pena una visita porque tiene montones de lugares interesantes. También es una ciudad atractiva para vivir; es fácilmente abarcable y está llena de vida.

El Museo de Bellas Artes de Burdeos es uno de los atractivos de la ciudad. Y aunque está en el mismo centro, el edificio está rodeado a una jardín bien monino, con unas sillas de hierro de lo más romántico, aunque también son sillas cotillas, que sirven para pasar revista a los paseantes.... Se llama “Le Jardin de la Mairie”, que para eso está a dos pasos del Ayuntamiento.

Le Jardin de la Marie, Bordeaux
Pero a lo que iba, que me distraigo, al “Mozart moribundo”. Si tuviera que elegir una obra del museo, sin dudarlo sería esta. Es una figura en mármol, de un buen tamaño del italiano Rinaldo Carnielo (1853-1910). Quiere representar los últimos momentos de la vida del compositor. Vemos a un hombre joven, reclinado en un sillón, con la cabeza apoyada en un cojín, que parece que está a punto de morir. 

Mozart expirant de Rinaldo Carnielo
"Mozart moribundo" de Rinaldo Carnielo
Me gusta la figura porque conmueve y además, está llena de detalles, como la partitura que tiene en la mano, ¿su “Requiem”? Vendría muy a cuento, porque parece que el chico andaba enredado por entonces componiendo esta obra. Y murió sin terminarla.   

Desde luego, será una tontería, pero para mí que este moribundo está muy vivito. Está lleno de vida... en mármol, en las salas de conciertos y en el salón de mi casa. Pues eso, que me gusta mucho Mozart!!


Mozart sería la obra elegida, pero hay otras obras interesantes en el museo. Me gustó mucho, por ejemplo, un cuadro de Pablo Picasso, Olga leyendo, de 1921. Es un sencillo retrato de su primera mujer, Olga Kokhlova.


Olga leyendo, Pablo Picasso (1921)


Pilar Otano Cabo
Badajoz, enero de 2017

sábado, 24 de agosto de 2019

La tristeza de Olga Picasso



No piensen en Caixa Forum Madrid que “hice la pirula” a los vigilantes de la exposición. No, ¡qué va! La foto de Olga leyendo la hice en Burdeos hace tres años, en el Museo de Bellas Artes. Allí permitían hacer fotos, aquí en la exposición Olga Picasso, no.

Olga leyendo, Picasso (1930)
Musée des Beaux-Artrs de Bordeaux

Y siempre me asalta la duda cuando me encuentro en esta situación. Quienes defienden la prohibición de hacer fotografías en los museos argumentan que la visita es mas relajada sin gente que se plante de espaldas al cuadro para fotografiarse. No les falta razón y podría ser válido el razonamiento para esos museos multitudinarios donde la acumulación de personas impide ver las obras con tranquilidad.

Pero la gente suele ser respetuosa, o al menos esa es nuestra experiencia en los lugares donde no existe tal prohibición. Le encuentro ventajas porque a mí me permite recordar el momento con más claridad y comentarlo y disfrutarlo mucho tiempo después. Además, no voy fotografiando todo, sin ton ni son, sino solo aquello que me llama poderosamente la atención. Sí, ya sé que en las webs y en las redes sociales de los museos están algunas obras fotografiadas, pero a veces a mí me interesa algún pequeño detalle que no han colgado.

 Olga Khoklova, en Caixa Forum Madrid


Como esa Olga leyendo que ayer pudimos ver en Madrid, arropada por toda una excelente selección de obras de Pablo Picasso. Olga Khokhlova era el motivo central y todo un mundo a su alrededor, como la maternidad y su hijo Paulo; se aprecia la melancolía en la actitud pensativa de muchas obras. Es muy interesante la colección de fotografías, cartas y objetos que han aparecido en un baúl que perteneció a Olga y que también se puede ver en la exposición. Baúl, por cierto, igualito que el que usaba mi abuela para sus viajes.


Y si el fin de la prohibición era que cayera en la trampa de pasar por caja en la tienda, me acuso de haber picado como una pardilla. Aunque sólo compré una discreta postalita de “Retrato de Olga en un sillón”  para mi pared de los viajes. 


Olga Picasso en mi pared viajera
Mi pared viajera



El tema da para más, los derechos de autor y todo eso… ¿Discutible? ¡Pues también! Tengo que añadir que tampoco uso palo de selfie, ni flash, que eso sí que molesta y es peligroso, sólo hago fotos mi teléfono... 

De todas formas, agradecida por la interesante exposición. Muy recomendable. 

PILAR OTANO CABO
Badajoz, 23 de septiembre de 2019