Estoy comiendo en el Restaurante Venezia de Santiago de Chile, en pleno Barrio Bellavista. Creo que he picado como típica turista cultureta, pero aquí estoy. Por lo visto, aquí comía con frecuencia Neruda. Está muy cerquita de La Chascona. Lo acredita, además, la decoración: fotos y murales hacen alusión al poeta.
Después de la visita a la casa del poeta, esto parece el cierre perfecto. Y aunque hace un calor de cuidado, me siento especial. ¿Una tontería? ¡Seguro! Es un local muy normal, como de gente del barrio, pero, claro, con algo de turisteo. A mi alrededor, algunas de los comensales parecen como yo, siguiendo los pasos del poeta, pero... ¡Voilá! Aquí llega una señora bastante mayor, con aspecto de lugareña total. Me recuerda a mi madre y me resulta de lo más entrañable.
El camarero, bueno el ”garzon”, me cuenta que a estas horas, a medio día, viene gente del barrio, como esa señora, o gente que trabaja por aquí. Por la noche, a cenar, vienen más turistas literarios. Eso me ha reconfortado, pues aunque yo sea de estos últimos, he estado entre lugareños, que es lo que más me gusta.
¡Qué tontuna!
Santiago de Chile, 15:00 horas del 21 de marzo de 2017
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