Me gusta leer la columna semanal de Julio Llamazares en El País. Me gusta leer a Llamazares desde su “Luna de lobos” allá en los ochenta. Y en el artículo de esta semana, "La memoria" (16-09-2017), ha salido el Llamazares más auténtico, porque el asunto de “los paisajes sumergidos” y “las ruinas de los pueblos que sucumben al agua” es lo suyo. Haber nacido en uno de esos pueblos es una marca y además de agua. El artículo habla de la memoria, pero sobre todo del olvido.
Los libros del Oeste Ilustrados |
Y como una cosa lleva a otra y a mí casi todo me lleva a un libro, he hecho memoria de mi olvido y he recordado un libro precioso de Julio Llamazares de una pequeña gran editorial que existió en Badajoz, “Del Oeste Ediciones”, bajo el inestimable manto de Indugrafic. Y he vuelto a leer “Retrato de bañista” (1995) con fotos de Agustín Berrueta. En realidad, “Retrato de bañista” es un guión cinematográfico a partir de un poema con el mismo título que había sido publicado en alguna recopilación.
Me picó la curiosidad y he buscado la película en cuestión que es “El filandón” de 1985, dirigida por José María Sarmiento. Me ha parecido muy curiosa porque reúne a cinco escritores leoneses en torno a una fogata para hacer un filandón, esa bella y perdida costumbre de reunirse después de cenar para contar historias. Así, cinco grandes de nuestra literatura como son José María Merino, Luis Mateo Diez, Antonio Pereira, Pedro García Trapiello y Julio Llamazares cuentan cada uno su filandón. El de Llamazares es este “Retrato de bañista”. El decorado es un fantasmagórico lugar, las ruinas de Vegamián pueblo leonés donde nació Llamazares y que había resurgido desde el fondo del embalse, como está pasando estos días con la sequía.
Julio Llamazares está siempre listo para hacer visible la despoblación de la “España vacía”. Gracias.