‘Vivir en Corfú era como vivir en medio de la más desaforada y disparatada ópera cómica’
Gerald Durrell, "Mi familia y otros animales"
Tengo una lista, cada vez más larga, de lugares a los que me gustaría viajar. Corfú ocupa el primer puesto desde hace ya demasiados años, incluso compré la guía de viajes correspondiente hace más de diez. El caso es que, por lo que sea, ese viaje sigue aplazado. No me importa, porque algún día caerá y como el interés va creciendo, estoy segura que ese día lo disfrutaré aún más.
Edición de 1983 |
Todo se remonta a los años ochenta -una tiene ya una edad! - y a la familia Durrell. Había leído al mayor de los hermanos a Lawrence, con su Cuarteto de Alejandría y su Quinteto de Avignon. Muy serio él y muy experimental, este Larry era de lo más en aquella época. Y a través de él conocí a su hermano, Gerald.
De Gerald Durrell leí entonces un par de libritos deliciosos que me hicieron reír y con los que disfruté un montón: “Mi familia y otros animales” y “Bichos y demás parientes”, los dos primeros libros de su Trilogía de Corfú. El primero me hizo formar parte de su excéntrica familia y enamorarme de Corfú.
Trilogía de Corfú (dos de tres) |
Nos cuenta Durrel en “Mi familia y otros animales” los cinco años que pasaron en la isla griega en los años treinta. La madre, viuda, y los cuatro hijos llegan a la isla huyendo del “maldito clima” inglés. En realidad, al tiempo que buscaban el solecito mediteráneo, buscaban sobrevivir lo mejor posible con la escasa pensión de la madre lejos de las miradas acusadoras de la pacata sociedad británica de la época.
El libro es divertido y disparatado. Cada miembro de la familia es descrito con un tremendo sentido del humor, pues les pasa cada cosa…, y todo a los ojos de un niño de diez años. Gerald vive feliz en la isla, no va al colegio y lo educan en casa entre unos y otros que le enseñan a amar a los bichos, convirtiéndose así en todo un naturalista, una especie de Rodríguez de la Fuente inglés. El libro consigue meter de cabeza a sus lectores en el mundo del bicherío y de hacernos amar a esa preciosa isla.