La memoria de Lourdes Murillo. Mi memoria
Recorrer una exposición de la mano de su autora proporciona a la visita un significado especial. Es un regalo que rellena lagunas y responde a preguntas que te planteas cuando has ido por tu cuenta. Esa es la sensación que he tenido cuando la otra mañana Lourdes Murillo nos ha guiado a un grupo de amigas a través de Lo Indeleble, su exposición en la Sala Vaquero Poblador de la Diputación Provincial de Badajoz.
El homenaje de Lourdes Murillo a las arañas de la escultora Louise Bourgeois me dio la clave para zambullirme en esta experiencia que nos proponía. Nada más entrar en la sala encontramos unas pequeñas arañas de tela que contrastan con las enormes de hierro de Bourgeois. Las arañas de hiladillo son arañas protectoras que lanzan un hilo invisible que va tejiendo la instalación, donde los recuerdos familiares -sus recuerdos, mis recuerdos- son expuestos con la originalidad que ya conocíamos a su autora.
Todo el material utilizado forma parte de la memoria familiar, sobre todo de la memoria de las mujeres de su familia. Es la memoria común de lo cotidiano, desde las recetas de cocina, hasta los hilos, los tejidos o esas fotografías tan especiales que tenemos en todas las casas. Fotografías que han resistido al tiempo, en las que hay personas que no sabemos quienes son y que tampoco tenemos ya a nadie a quien preguntar.
Lourdes ha hecho que me sienta especial porque me ha llevado a las cosas de mi madre, a los recuerdos de la casa de mi abuela y de mis tías. Aquella casa llena de mujeres que cosían en un bullicioso taller en el que hacían trajes de novia como el de la madre de Lourdes y que ella ha reutilizado para realizar muchas de las piezas.
Aquí vemos la filosofía de vida de nuestras madres; todo se guardaba y todo era susceptible de reparación. Por eso nuestras abuelas guardaban tantas pequeñas cosas, aparentemente inservibles en esos cajones que a mí me parecían mágicos. Y como arañas, reparaban cualquier cosa: una media, una taza.
En un pequeño cajón, colgado en la pared y casi pasando desapercibido, di con la clave otra vez. A modo de excavación arqueológica descubrimos los pedazos rotos de unas tazas con los bordes dorados. Parecen dispuestas para volver a tener vida con el viejo método japonés, el kintsugi, que repara con oro las piezas rotas. Así, todo se une de la manera mas bella, dando una segunda vida a los objetos. Los objetos de usar y tirar se convierten en objetos de relevancia poética.
Viaje a Japón. Madera, porcelana y pan de oro |
Sin dejar atrás el toque literario que tanto me gusta y que aquí da forma a las anécdotas de la pintora, que también podrían ser las de todos. Unos pequeños textos escritos a mano, donde el oro reparador juega también su papel. Y las referencias literarias a textos que adoro han sido el broche de oro, ¡otra vez!. Un cuento de Gabriel García Márquez con el largo título de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada; y el verso de un soneto de Lope de Vega, esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Lourdes Murillo, en Lo Indeleble, reutiliza y embellece. Permite que nada se borre, que no desaparezca mi infancia. Que vuelva nuestra memoria doméstica, una entrañable biografía colectiva. Objetos que van mas allá de las meras imágenes, capaces de entremezclarse con olores y sonidos. Son imágenes que han estado en el olvido demasiado tiempo y que Lourdes ha conseguido traer a nuestra memoria.
Gracias,
Pilar Otano. Abril de 2019
Precioso el catálogo y el marcapáginas que pasa a formar parte de mi colección.
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