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jueves, 8 de septiembre de 2022

Carambola lectora en Estocolmo

La serie Bergman


Mi amiga Mavy Pajuelo estaba detrás de mí desde hacía ya casi dos años para que leyera la serie de novelas que tienen como protagonista al psiquiatra criminal sueco Sebastian Bergman. Entonces, por lo que sea, no estaba muy motivada, pero lo recordé hace unas semanas y me puse a ello. Adictivas y muy recomendables. Eso sí, para quien le guste este género, entre las que me incluyo. Estas están muy bien escritas, con tramas que recorren los problemas de la sociedad del momento —como debe tener toda buena policíaca que se precie— y con unos secundarios maravillosos. 


Ya las había empezado cuando decidimos que el viaje de este agosto de 2022 iba a ser a Suecia, así que ¡clavado! Cuando llegamos a Estocolmo estaba terminando la número cuatro de la serie y ya había decidido dejar las tres restantes para más adelante, porque lectura sueca llevaba para dar y regalar. Eso sí, llevaba anotada la “supuesta” dirección en la que vivía nuestro personaje, el tal Sebastian Bergman, el nº 18 de Greg Magnigatan. Allá que fuimos, dando un poquito de rodeo la mañana en la que íbamos a visitar el Museo del barco Vasa, una especie de Titanic sueco. Misión cumplida.


Nº 18 de Greg Magnigatan 

Pero… como todas las novelas de la serie tienen un final sorprendente que te incita a comenzar la siguiente, fue eso, exactamente lo que me ocurrió. Y en los días que anduvimos recorriendo el centro de Suecia hasta llegar a Gotemburgo combinaba lecturas, siempre echando mano de la novela número cinco, Castigos justificados

Y aquí viene una de esas carambolas que me suelen suceder en los viajes … ¿Me buscan? ¿Las busco? No sé, la cosa es que aparecen y me encanta.


Pues bien, a la vuelta a Estocolmo, leyendo en el hotel las páginas finales de Castigos justificados, me doy cuenta de que en una trepidante escena final, nuestro personaje al volante de un Audi negro hace un peligroso recorrido justo alrededor de nuestro hotel. Desde nuestra ventana veía el Waterfront, un centro de Congresos espectacular, desde donde sale el vehículo.  Lo veo  —bueno, lo imagino— recorrer la calle Klarabergsgatan. Rodea el hotel porque es imposible seguir por la Klarabergsgatan, la enorme avenida donde están los grandes almacenes Åtlhéns —como nuestro El Corte Inglés— y la plaza Sergels Torg  —que tiene un pinganillo/monotito que se ilumina de noche—. La Estación Central, la Klara Kyrka y por fin, la ensenada de Riddarfjärden. Casi todo a la vista desde nuestra ventana. ¿Una tontuna de las mías? ¡Pues sí! Pero adoro todas ellas. Así que el último paseo antes de la vuelta a casa fueron cada uno de esos lugares que había visto desde una novena planta.


Waterfront, Palacio de Congresos en Estocolmo
junto a la ensenada  Riddarfjärden


Y en mi manía de preguntar en las librerías, pregunté por esta saga y en una de ellas me mostraron la más reciente, la número siete. En sueco, claro. Pero cometí el error de hacer foto a la contraportada y ponerla en el traductor de Google. Al ver el giro que había dado la historia, me vi “obligada” a leerla. En español, por supuesto. Aquí ando ahora, dando buena cuenta de Verdades enterradas.


Verdades enterradas (Som man sär)
                                                                    Serie Bregman nº 7


Una última curiosidad, los autores —Hjorth & Rosenfeldt—, son guionistas de series televisivas. El primero, Michael Hjorth, de Los crímenes de Fjällbacka, de Camila Läckberg, y algunos capítulos de la versión sueca de Wallander, de Henning Mankell. 


Las otras dos manos de la saga son de Hans Rosenfeldt, guionista de una interesante serie, El puente —Bron/Broen—, que está ambientada entre Malmö y Copenhague. Luego la copiaron en Estados Unidos, The Bridge, y en Francia, The Tunnel


Pilar Otano Cabo

Agosto 2022


sábado, 2 de noviembre de 2019

México 1 - Halloween 0


Tradiciones mexicanas. Día de Muertos

Gran suerte fue la nuestra por haber podido visitar México por estas fechas del Día de Muertos. Sencillamente me impresionó y disfruté aprendiendo de esta tradición entrañable. Y como todos los años por estas fechas, Halloween es el tema de conversación en los cafés y  motivo de escritura en la prensa, yo voy a hacer lo propio. Y que vaya por delante que me gusta más la fiesta mexicana. 

Concurso de Ofrendas en el Centro Histórico de la Ciudad de México
Concurso de ofrendas "Conmemora a tus muertos" 

 En aquel viaje, busqué con ahínco algún atisbo de Halloween en medio de todo aquel tremendo barullo que era la Ciudad de México. Y no lo encontré. 

Encontré altares, ofrendas, pan de muertos y calaveritas de azúcar

Aunque parezca un contrasentido, la fiesta del Día de Muertos de México es una costumbre amable y lúdica en la que se celebra la vida. Es un ritual de color lleno de símbolos. Todos se preparan para recibir las almas de los que se fueron para reunirse con ellos durante un rato. ¿A qué impresiona? A mí me impresionó. Me pudo parecer folklórico ver las calles con los altares y las ofrendas; también en los bares, restaurantes y tiendas; en las escuelas, las bibliotecas, la universidad… Pero cuando una amiga me contó como en su casa, como en casi todas las casas, una habitación se dedicaba estos días al altar de sus difuntos, entonces fue cuando pensé que esto era serio de verdad. Que no era sólo fiesta. 

Concurso de alfombras de sal en un plantel de CDMX
Todo el Centro de Secundaria volcado en las actividades del Día de Muertos

Hay alegría y respeto en esta mezcla de tradiciones aztecas, mayas y cristianas que dan un sentido diferente a la fiesta. Mientras que en Halloween hay algo de macabro, atroz y violento, en el Día de Muertos mexicano hay color, hay tradiciones, hay comida y bebida y, sobre todo, hay reencuentro. Aunque no es mexicano, Tim Burton en su película “La novia cadáver” acierta en esta idea de reencuentro, que los que se han ido sepan que no se les ha olvidado. Así, podemos ver el emotivo encuentro del nieto con su abuelo o del perro con su amo.

Disfruté en CDMX con toda esa locura que nos rodeaba. Impresionante el colorido del Desfile de Alebrijes (había unas 200 en el Paseo de Reforma) o el interminable y variopinto Desfile Internacional del Día de Muertos. ¿Se imaginan el caos de tráfico ese día en una ciudad caótica en sí? 


Biblioteca Central de la UNAM
Muy literario el altar de la biblioteca de la UNAM


Me gustaron las decoraciones de papel picado, las flores de cempasúchil (aquí las llamamos tagetes). Me impresionaron algunos de los altares como el que había en la universidad recordando a los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa

Altar en recuerdo de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa


Y lo que más, las catrinas, esas calaveras que hace mas de cien años ideó el caricaturista José Guadalupe Posada y que Diego Rivera popularizó con ese nombre. Yo traje mi catrina particular y una postalita para la pared viajera de mi estudio de la pintura de Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” donde una Catrina es el centro de la imagen. 

“Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”
“Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central” en el centro.
Mi catrina particular
... y mi Catrina de barro de Capula, Michoacan (creo...)

¿Peligro de la explotación turística y comercial? 
Se está extendiendo últimamente el temor de la introducción de los vampiros, espectros e historias de terror en las escuelas. Esa es al menos la percepción de algunos profesores que están viendo cómo también sus libros de texto van restando protagonismo a su fiesta en favor de Halloween. ¿Será por este temor por lo que la fiesta del Día de Muertos ha sido incluida dentro de la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO?       
Veremos…
¿Y por aquí?
Pues por aquí, en nuestra tierra, también vamos a los cementerios. No llevamos comida, como hacen México, pero comemos castañas, buñuelos de viento y  huesos de santo. En nuestra casa, ya hemos comido los de la Pastelería La Cubana, la de los vergaras que ya conté otro día. ¡Son los mejores!
Huesos de santo y buñuelos de viento en La Cubana
Huesos de santo y buñuelos de viento en La Cubana de Badajoz

Pilar OTANO CABO
Badajoz, España
2 de noviembre de 2019, Día de Muertos

viernes, 26 de abril de 2019

José Saramago recomienda…


Cuando un Premio Nobel de Literatura te susurra al oído...

Esta semana hemos hecho una excursión siguiendo uno de los itinerarios que José Saramago, nuestro vecino Premio Nobel, cuenta en su libro Viajes a Portugal. Es el primero que hacemos con este libro, pero no va a ser el último.

El primer destino, Alter do Chão, no está lejos de Badajoz. Aunque la autovía nos hubiera ahorrado un poco de tiempo, preferimos recorrer el poco más de una hora que se tarda por una bonita carretera secundaria. Del castillo de Alter do Chão, dice Saramago que «está en el pueblo como si estuviera en una bandeja…. Aquí es la villa la que rodea al castillo, no el castillo que, con sus murallas, cerca y protege a la villa. … Pero es airoso el castillo de Alter do Chão, con sus capiteles y sus cubiletes»

Castillo de Alter do Chão
«...airoso el castillo de Alter do Chão, con sus capiteles y sus cubiletes»

Plaza de Alter do Chão y castillo

Hoy el castillo estaba rodeado también, pero por las casetas que estaban montando para este fin de semana que es la Feria de San Marcos. Alter do Chão debe tener una gran actividad porque suele salir con frecuencia en las noticias de Portugal, sobre todo a cuenta del mundo del caballo en torno a lo que giran muchas de sus actividades. También había montado un gran escenario y no tenía mala pinta el programa de actividades para estos días.
Feria de San Marcos 2019 Alter do Chão
Feria de San Marcos 2019

Volviendo a nuestra visita del domingo, Saramago recomendaba hacer un alto en una fuente, junto al castillo. «Airosa construcción que mandó hacer Teodosio II, quinto duque de Braganza, en 1556, y que recordará con añoranza los tiempos en que se ofrecía en medio de la plaza a la sed de todos… Es renacentista, la fuente, y va ya muy castigada por el tiempo, corroídos los medallones y las volutas, quebrados los capiteles corintios»




Fuente renacentista en Alter do Chão
«...corroidos los medallones, y las volutas...»

Fuente renacentista
Fuente renacentista, 1556

Como siempre en Portugal, comimos muy bien. Al aire libre en un restaurante con terraza -el día fue clemente- comimos  un riquísimo borrego de pasto de Alter do Chão en el patio, bajo el emparrado del Restaurante Páteo Real

Emparrado de Restaurante Páteo Real, en Alter do Chão
Restaurante Páteo Real, en Alter do Chão

Otro lugar interesante de Alter do Chão, aunque no lo recomiende Saramago, era un jardín, el Jardim da Casa do Álamo, donde los nietos iban a corretear un rato. Pero no habíamos caído que era Domingo de Pascua y en Portugal no se perdona la comida familiar ese día, tan importante como la cena de Nochebuena. Así que todo estaba cerrado, el jardín, el castillo, el museo… Todos estaban en sus casas, la familia reunida alrededor  del típico cabrito al horno con patatas que suelen tomar tal día. Habrá que volver, porque faltó acercarse a Crato y a Flor da Rosa, que están al ladito y que formaban parte del programa.

El broche de la tarde fue el paseo por el campo, precioso con las jaras a todo trapo, hasta llegar a un anta, un dolmen, el Anta dos Tapadões, a pocos kilómetros de Alter do Chão y cerquita de Alter Pedroso, donde subimos a uno de esos puntos geodésicos. Las vistas desde ese pericuto eran impresionantes. 


Anta dos Tapadões en Alter Pedroso

Anta dos Tapadões


Punto geodésico en Alter Pedroso
Punto geodésico en Alter Pedroso


José Saramago y su Viaje a Portugal. Penguin Random House. Grupo Editorial



Así que, agradecida a José Saramago y su Viaje a Portugal. Hasta la próxima, porque  repetiremos:

El viajero no puede conformarse con la muerte de las cosas bellas. Es una disimulada manera de no conformarse con la muerte de todas las cosas.

José Saramago
Viaje a Portugal
DEBOLSILLO
Penguin Random House. Grupo Editorial

Pilar Otano Cabo
 Badajoz, abril de 2019

miércoles, 24 de abril de 2019

Ibiza y los drones de Amazon

Me ha llamado la atención cómo se recibe el correo en Ibiza. Hemos visto en algunos bares y tiendas montones de pequeños buzones como los que hay en los bloques de pisos, donde se recoge el correo. Me cuentan que que hay un número importante de residentes que los utilizan, sobre todo extranjeros. Tienen también su lógica porque hay muchas casas diseminadas por el campo a las que supongo no será fácil hacer llegar el correo. 


Ca n’Anneta en San Carlos, Ibiza


Así que cuando hoy he leído en un periódico que Amazon está haciendo ensayos con drones repartidores -Amazon Prime Air se va a llamar-, he torcido el gesto y me he preguntado si ese invento va terminar algún día con esa costumbre tan romántica que es ir a recoger tu correo a un lugar tan interesante como por ejemplo el Bar Anita.


Ca n’Anneta en San Carlos, Ibiza


El Bar Anita (Ca n’Anneta) en San Carlos es uno de esos bares que forma parte del imaginario colectivo de la isla, lugar de reunión en su momento de la Ibiza hippie con su toque rural de paisanos del lugar. Hoy es punto de encuentro de lugareños y visitantes. Es de lo más interesante y entretenido sentarte a una mesa a ver desfilar al personal. 

Flaó en Ca n’Anneta en San Carlos, Ibiza


No sé si el Bar Anita era Oficina de Correos antes que bar, o al revés; el caso es que como bar me ha emocionado su postre típico ibicenco, el flaó, una tarta de queso muy especial que lleva hierbabuena. En los pocos días que hemos estado allí me he convertido en adicta. 

Así que ¡ojito, Amazon, no te acerques a estas oficinas de correos de la isla!! 


Flaó es una tarta de queso que lleva hiebabuena
El Flaó es lo mas rico que he comido en Ibiza



Ca n’Anneta en San Carlos, Ibiza





El Bar Anita es también Oficina de Correos


Buzones de correos en Ca n’Anneta en San Carlos, Ibiza


Pilar OTANO CABO, Badajoz, abril de 2019


lunes, 4 de febrero de 2019

La última condenada a muerte en Islandia


Mis lecturas viajeras: Ritos Funerarios, Hannah Kent

Antes de emprender un viaje, busco siempre con ahínco lecturas que me ayuden a comprender mejor el lugar que vamos a visitar. En el caso de nuestro viaje a Islandia en mayo de 2018 había leído bastantes cosas, pero desconocía este libro del que hablo hoy.

Ritos funerarios, Hannah Kent



Fue una especie de carambola, una de esas casualidades que me suceden con frecuencia y que me encantan. Estábamos en Akureyri, cuando una amiga me envió un enlace con la información de “Ritos funerarios”. Enseguida supe que esa historia tenía como escenario nuestro siguiente destino, la península de Vatnsnes, donde íbamos a ver focas. Me faltó tiempo para comprar una versión digital de la novela de Hannah Kent y empezar a leerla compulsivamente. También ayudó a fomentar mi interés el hecho de que a partir de ese momento encontráramos referencias a la novela por todas partes: en la oficina de turismo con sus folletos de la ruta del libro, en el hotel con ejemplares para leer… 

Es muy interesante la historia, pero la autora lo es aún más. Hannah Kent nació en Australia (Adelaida, 1985), en la otra punta del mundo, y tuvo su primer contacto con Islandia a los 17 años. Al terminar la secundaria, y antes de comenzar la universidad, decidió pasar un año enterito con una familia islandesa en un pequeño pueblín del norte de Islandia. ¡Brava chica!, sin saber ni papa de islandés y lejos de su familia y amigos…

Los lugares de "Ritos funerarios" de Hannah Kent

Los lugares de "Ritos funerarios" en la península de Vatnsnes

Durante ese año, su familia de acogida la llevó a conocer distintos lugares de la isla y así conoció la historia de Agnes Magnúsdóttir, la última mujer condenada a muerte en la Islandia de 1830. Al cabo de diez años, habiendo estudiado “Escritura creativa” en Australia, utilizó esta historia para su tesis doctoral. Así que se lanzó a investigar sobre este hecho real. Durante dos años consultó documentos oficiales y árboles genealógicos, leyó diarios de extranjeros que habían visitado la isla, artículos académicos sobre el tema… Incluso aprendió sobre algo tan islandés como las ovejas, su cría, sus enfermedades… Un trabajo muy minucioso.

El fruto fue “Ritos funerarios” la historia de los últimos días de Agnes Magnúsdóttir, de su  estancia con una familia en una aislada granja en Vatnsnes, esperando el momento de su ejecución. Resumiendo mucho, Agnes está condenada a muerte por participar en el asesinato de dos hombres en la época en que Islandia era aún una colonia de  Dinamarca. No había prisiones en la isla donde recluir a la condenada, por lo que tuvo que pasar el invierno en la granja donde viven una mujer y sus dos hijas. 

El terrible paisaje del invierno islandés hace que la historia sea aún más inquietante. Los trabajos en la granja marcan un ritmo muy peculiar y resulta muy revelador comprobar cómo la relación de Agnes con la familia se va modificando a lo largo de la novela. Llegamos a conocerla muy bien y hasta le tomamos cariño. Para ello juega un interesante papel un joven pastor que acude a la granja con frecuencia pues es el encargado de prepararla para la muerte. Sus conversaciones son muy jugosas. Agnes, en algunos capítulos, se dirige a nosotros en primera persona y todo ello hace que dudemos de su culpabilidad unas veces, que la compadezcamos otras …  Recuerda un poco a “Alias Grace” de Margaret Atwood


A pesar del paisaje hostil y del terrible final, es una bonita historia que te atrapa. Muy recomendable. La terminé de leer ya en casa y en papel, una copia que tienen en la Biblioteca Pública de Mérida y que pude recoger en la Biblioteca de Badajoz, con el inestimable servicio de préstamos interbibliotecarios que funciona de maravilla. 





Ritos funerarios (Burial Rites)
Hannah Kent
Alba Aditorial, 2014
Traducción: Laura Vidal
ISBN: 97884-84289715 
Páginas: 384
Precio: 19,50€





Pilar Otano Cabo. Badajoz (España), febrero 2019







lunes, 22 de octubre de 2018

Cuando encuentras a Georges Brassens en una autopista


Área de descanso muy literaria en las autopistas francesas…
J'ai rendez-vous avec vous...

Hoy es 22 de octubre y justo hoy cumpliría Georges Brassens 97 años. Y me he acordado de cuando este verano lo encontramos en una autopista francesa. 

Brassens mirando a Sète.
Y no podía faltar un gato...
 Fue toda una sorpresa porque habíamos parado de casualidad en un área de servicio camino de Suiza. Era la de Loupian, en la región de Languedoc, entre Béziers y Sète, la Sète donde nació y donde descansa desde que el maldito cáncer se lo llevó por delante con tan solo 60 años.

Una sorpresa y un regalo porque pudimos disfrutar de todo un paseo poético, caminos con páginas gigantes de hierro con fragmentos de sus poemas; planchas con personajes y escenas del mundo de Georges Brassens

Brassens en la Autopista A-9 de Francia
Georges Brassens, Sète (1921-1961)
Poemas bien escogidos de G. Brassens
Algunos buenos poemas






















Buen homenaje y excelente pretexto para estirar las piernas y expandir la mente en medio del montón de kilómetros que traíamos encima. Tampoco estuvo mal para compensar el palo que las autopistas francesas dan al bolsillo del viajero. 


















Mientras escribo esto, me acompaña un grupo sevillano que en 2011 hizo un homenaje muy curioso a la música de Brassens. Se llaman L.M.R. (La Mala Reputación) y mezclan la música de Brassens con el ritmo de Django Reinhardt, con su guitarra manouche y todo. 

El disco se llama “Cuando Georges encontró a Django”. Estuvieron por mi tierra entonces, en el Gran Teatro de Cáceres, pero no sé si siguen tocando.  


Grupo sevillano L.M.R.
Grupo sevillano. Homenaje a G. Brassens en 2011

“Cuando Georges encontró a Django” en SPOTIFY




Pero siempre me gusta revisar los vinilos de mi súper cesta, donde encuentro "La mauvaise réputation" de 1971. Este Brassens era un auténtico mago de la palabra. 





Badajoz, 22 de octubre de 2018